Un sorprendente número de nuestros órganos son prescindibles.
Por un lado, tenemos en el cuerpo varios extras opcionales, es decir, es bueno tenerlos, pero no son extrictamente necesarios.
Muchos, por ejemplo, vivimos sin las amígdalas que, aunque protejen de una invasión bacteriana a las vías respiratorias, dejan de ser tan importantes después de los tres años de edad.
No sólo eso sino que, precisamente por su papel, pueden infectarse fácilmente, y es por ello que cuando el problema es recurrente, son extirpadas. Sin embargo, su ausencia no afecta la respuesta inmunológica del organismo.
Otro parte prescindible del cuerpo es el apéndice, que no cumple ninguna función conocida en los seres humanos. La evidencia indica que a nuestros ancestros les servía para digerir alimentos duros, como la corteza de un árbol, pero en la actualidad no lo usamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario